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La relación entre Tom Morello y Chile abarca algo mucho más profundo que el recuerdo del mítico debut de Rage Against The Machine en nuestro país allá por el 2010, o el regreso con Prophets of Rage un lustro más tarde (2017, Movistar Arena). Su admiración a la figura de Víctor Jara es tan genuina como compleja, lo cual ha derivado en gestos como invocarlo en la entrevista de turno como influencia primordial durante más de tres décadas de carrera, a homenajes de alto calibre en el directo, sea con Rage Against The Machine, Audioslave o su catálogo solista, en especial The Nightwatchman, su principal vehículo para difundir sus ideas políticas. Aquí no hay trampa ni cartón, no es en absoluto una jugada para la galería, sino un sentimiento enorme e intenso, acorde a un discurso político cuyo nivel de consecuencia es comparable al de activistas musicales como el recordado Joe Strummer o Peter Gabriel.
Con Rage Against The Machine en un hiato indefinido por causa de una severa lesión que sufrió Zack de La Rocha hace unos meses, el propio Morello ha aprovechado de girar como solista, acompañado del trío The Freedom Fighters Orchestra. Solamente un puñado de fechas selectas, y con Chile como parada obligatoria en un itinerario extremadamente acotado. Y a cincuenta años del Golpe de Estado que sumió a nuestro país y todo un continente en el lado oscuro de la luna, qué más menester que esta celebración de rebeldía, con la música ejerciendo como punto de encuentro y bandera de lucha durante estos días de altas turbulencias.
Encargada de dar el puntapié inicial a la jornada, la potencia sónica de Cler Canifrú expone todas sus credenciales de clase sudamericana y mundial a partir de ‘Silbando entre Dientes’. Hard Rock de octanaje superlativo, con influencias del sonido rockero de los ‘90s pero con la firma personal de una artista que aprovecha sus virtudes de instrumentista para ofrecernos una dosis de música electrizante y repleta de buen gusto en cada surco. ‘Sol de Invierno’, ‘Dormida’ y ‘Nunca Más’ desfilan triunfantes, juveniles, con una energía bien canalizada y rebosantes en matices musicales con el rock en lo alto. Y es su eclecticismo lo que reluce con más fuerza en ‘Of the Light’, donde el Rock Pesado y el Blues tienen su punto de encuentro, desembocando en una luminosa versión del clásico ‘Comfortably Numb’ de Pink Floyd. No es un misterio para nadie la devoción de Cler por David Gilmour, y son esos detalles los que marcan -y explican- la diferencia en un show corto en duración y enorme en jerarquía.
Pasadas las 21 horas, y con ‘Manifiesto’ de Víctor Jara sonando como intro mientras la imagen del Perro Matapacos corona la imagen de fondo, y con la euforia inmediata del público que repletaba el Caupolicán, ‘One Man Revolution’ le da el vamos a la tercera de Tom Morello en escenario nacional. Un himno inmediato, perfecto para engancharnos desde el inicio y que en el directo logra el efecto deseado a la usanza de la épica de Bruce Springsteen, seguida de ‘Let’s Get the Party Started’ la colaboración con Bring Me The Horizon que acá funciona de perilla con la voz del también guitarrista Carl Restivo. Arranque sensacional, con el propio Morello en éxtasis ante la respuesta del público y la siguiente ‘Hold the Line’ avisando a su manera del bombazo que se vendría en instantes.
¿Y cómo definir de otra forma el primer medley de la noche? Porque el Caupolicán realmente explotó con el riff inicial de ‘Bombtrack’, seguida de ‘Know Your Enemy’, ‘Bulls On Parade’, ‘Guerrilla Radio’, ‘Sleep Now in the Fire’ y ‘Cochise’. Lo mejor de Rage Against The Machine y Audioslave en un mix instrumental que se basta con riffs icónicos para transformar el mar de gente en una tormenta perfecta. Y de la forma en que los clásicos rigen hasta el sudor, también corre la máxima para los homenajes, como lo es la sentida versión de ‘Like A Stone’ de Audioslave para conmemorar al eterno Chris Cornell. ‘In your house, I long to be…’, con qué fuerza, después de 20 años, retumba el coro en el reducto de calle San Diego, mientras Morello se despacha el recordado solo que dejó marcando ocupado a toda una generación. Un momento emotivo hasta las lágrimas, en una noche de sentimientos y atmósferas varias, donde el protagonismo se intercala dentro y fuera del escenario.
Las décadas de diferencia entre Hendrix y Manëskin se reducen a (casi) nada en el directo. Porque así como nos abruma el siempre necesario homenaje al primero con ‘Voodoo Chile (Slight Return)’, también nos encandila el groove refrescante de ‘GOSSIP’ y su riff deliciosamente pegajoso. A todo esto, no es una maravilla lo que pasa en ‘Lightning Over Mexico?’ Sobretodo por la dedicatoria a Víctor Jara y Salvador Allende, y las cerca de 4.000 gargantas que cantan a una sola voz el coro con la melodía principal. Momento de antología, con el mérito de la fluidez propia de la mejor música y el temple de Morello presidiendo la liturgia en base a un discurso que no necesita solamente de las palabras para generar su efecto catártico.
El tributo a Eddie Van Halen con ‘Secretariat’ y el Blues fogoso de ‘Cato Stedman & Neptune Frost’, ambas nos permiten apreciar el genio y talento de Tom Morello mucho más allá de los ‘Grandes éxitos’. Sobretodo el segundo, con la mística de Gary Moore y Stevie Ray Vaughan construyendo un ambiente de intimidad y disponiendo su estilo en las seis cuerdas como canal de expresión. No es solamente el Morello músico quien brilla triunfante, sino el Morello comunicador y artista. Eso que trasciende más allá de la clínica y tiene que ver con lo que puedes decir en un par de notas, o lo que transmites en un solo apelando a tu propia firma sónica. O ambas, como es el caso de todas maneras.
El paso anterior de Prophets Of Rage por estos parajes, asoma como recuerdo fresco gracias al medley instrumental que incluye ‘Rat Race’, ‘Battle Sirens’, ‘Where It’s At Ain’t What It Is’, la homónima ‘Prophets of Rage’, ‘Harlem Hellfighter’, ‘Can’t Stop the Bleeding’ y ‘Bullet in the Head’. Como recordaremos, el tándem instrumental de RATM/Audioslave unió fuerzas con integrantes de Public Enemy y Cypress Hill, y pese a su corta trayectoria, marcó un hito por la hermandad de géneros tan disímiles entre sí y tan iguales en sentimiento. Lo cual puede explicar porqué en medio se abre paso ‘Your Time Has Come’ de Audioslave y su riff pegador. Y lo dijimos hace un par de líneas arriba, las diferencias de estilo se reducen a cero cuando hay una dirección en común.
Qué notable lo que ocurre en ‘Keep Goin’, donde reluce el Tom Morello acústico, el de sus incursiones Folk transformando un concierto de Rock pesado en una misa, en el buen sentido de la frase. Al igual que ‘World Wide Rebel Songs’, otro pasaje memorable por la interacción con el público, con Tom llamando a los presentes en cancha a agacharse para después pararse en una explosión humana. Y como si se tratara de un premio para los fans, vamos con un tercer y último medley, esta vez 100% Rage Against The Machine. ‘Testify’, ‘Ghetto Blaster’, ‘Half Man Half Beast’, ‘Born of A Broken Man’, ‘Freedom’ y ‘Snake-charmer’. Las nombramos todas porque en los ‘90s, todas tenían desplante de potenciales hit-single, hoy gozando del rótulo de ‘Clásico’ y con la vigencia que le da a esta música un contexto que nos tiene sentenciados a lidiar con la miseria de unos pocos.
Las habilidades guitarreras de Morello, así en plan Satriani-Vai, las tienes ahí en ‘Vigilante Nocturno’. Un espectáculo a nivel de interpretación y sonido, como se da su espacio para que Morello, mientras toca su guitarra con los dientes a lo Hendrix, exponga el mensaje ‘No Fascismo’ que aparece escrito en el cuerpo de su instrumento. Más claro echarle agua, y ahí es cuando hablamos de lo importante que es expresar un discurso sin tantas palabras y con toda la actitud necesaria. Y ya llegando al final de la jornada, la hecatombe total con ‘Killing in the Name’, con el público literalmente tomando la voz de Zack de la Rocha hasta la postrera sílaba. El momento más Rage de toda la jornada, reviviendo la mística de ‘La Batalla de Santiago’ antes del remate con el clásico de Lennon ‘Power to the People’, con la figura de Víctor Jara en la pantalla de fondo. Broche de oro idóneo, sensato y acorde a lo que encarna Tom Morello como artista y activista por vocación.
No sabemos si habrá pronto una nueva pasada de Rage Against The Machine por Chile. Pero sí podemos dar por firmado que anoche en el Caupolicán, el espíritu de Víctor Jara se materializó en una noche de celebración a la libertad y su canto valiente. Es la bravura de la rabia, la renovación de un canto de ira y esperanza. Un canto furioso de libertad es el que nos guía hasta la victoria final. Y ahí estará Tom Morello para asegurarnos de que así será, contra la injusticia y en favor de nuestros derechos.
Texto: Claudio Miranda