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Si el debut en Chile (2017) fue histórico, el retorno debía ser la confirmación de dicho hito. Y más aún con ‘True North’ (2019) bajo el brazo, una placa que no necesitó de ningún truco para darle a Borknagar un nuevo triunfo en su carrera de casi tres décadas. Y es que a pesar de la emergencia sanitaria, los nórdicos se las arreglaron para volver al sur del mundo para exponer sus credenciales como institución del Metal de vanguardia desde el impulso y el amor a sus raíces vikingas. Y lo vienen haciendo de manera literal desde el debut homónimo del ’96, desde el Black Metal que los vio nacer hasta hoy con sus brochazos de Rock Progresivo y Folk con identidad propia. Suficientes para proyectar su propia atmósfera y, a la vez, sumergirnos en el misterio de las heladas tierras del Verdadero Norte.
El sitial que se ganó Borknagar en los amantes del Metal Progresivo les valió compartir escenario con Leprous, una banda mucho más aventajada en arrastre durante la última década. Pero poco y nada importa eso para una ‘inmensa minoría’ que abraza la mística vikinga como una liturgia obligatoria de purificación y renovación de votos. Y la convocatoria de ayer en Sala Metrónomo tenía razón de ser, pues sumando la fecha junto a Leprous en el Caupolicán, el Sabbath en el recinto ubicado en Barrio Bellavista prometía algo especial, reservado solamente a unos pocos privilegiados.
De partida, y ya que hablamos de Metal Extremo, el Death Metal de Inanna tuvo algo que decir, como viene haciéndolo durante dos décadas de carrera. Y es que el ciclo de Void of Unending Depths (2022), está cerca de terminar y los muestra en su forma máxima como instrumentistas consagrados y creadores de un universo propio. Y la tormenta de ‘Evolutionary Inversion’, nos queda claro el nivel de ambición y catarsis con que la música expande sus fronteras mediante un vórtice que pocos se atreven a explorar.
Necesario constatar la influencia de Death y Edge of Sanity, quizás reconocidas en el lugar común, pero notables en el propósito de una banda que incursiona en lo progresivo, incluso acariciando la psicodelia, y se mantiene firme a su convicción por el Death Metal como vía de expresión. Por eso y más es que ‘Gilgamesh’ y ‘The Key to Alpha Centauri’, a pesar de la decena de diferencia que los separa, comparten un sentimiento de aventura y horror reforzado por la experticia técnica de sus creadores. Y hacia el final con ‘The Delicate Balance of Terror’ -todos los momentos que ocurren en una canción, ¡como en una película!- pese a lo breve que se nos hace tamaña muestra de categoría a nivel local y sudamericano, la satisfacción que nos deja el viaje es evidente. Siempre un placer enorme a los sentidos lo que significa Inanna cuando las eras del mito convergen en la profundidad interminable de un distintivo sin par en el Metal Chileno.
Ya pasadas las 21 horas, y con la Sala Metrónomo en su máxima capacidad, las huestes lideradas por el grandote ICS Vortex vuelven realidad su retorno a suelo chileno con la majestad apasionada de ‘The Fire that Burn’, una de las joyas que compone True North y fiel reflejo del presente inmenso de Borknagar. Un sonido impecable ante un público que cae de rodillas sin entablar resistencia a los guerreros del hielo.
Qué emocionante lo que genera la caminata rocosa de ‘The Rhymes of the Mountain’, donde las voces de Vortex y el tecladista Lars A. Nedland aportan al clima extraordinario que nos transporta al tiempo de los dioses y los héroes en la Tierra. O la cabalgata de ‘Up North’, una cátedra de metal escandinavo químicamente puro donde el baterista Bjørn Dugstad Rønnow se luce con su variación de Groove épico y toques de Blast-Beat en favor de lo que importa. Y esto va más allá del virtuosismo de clínica que tantas veces se tiende a confundir con ‘Progresivo’; tiene que ver con el talento de hacer cosas impensadas en la música, procrear discos que suenen con personalidad y llevar todo eso al directo como una película. Y en el caso de Borknagar, no necesita parafernalia de ningún tipo para volarnos la cabeza o hacernos cantar sus melodías con puño en alto.
La diferencia entre la etérea ‘Voices’ y la más densa ‘Colossus’, le da a Borknagar en vivo un sentido de experiencia hasta al melómano más exigente. Hay un propósito por abarcar sonidos y estilos a su propio distintivo, siempre en favor de la canción por sobre la individualidad de turno. Y el teclado de Nedland, además de compartir labores con las guitarras del fundador Øystein G. Brun y el más nóvel Jostein Thomassen, es el generador principal del vendaval sónico de Borknagar en el estudio. De igual forma, la fortificación guitarrera de Øystein y Jostein se erige como una construcción inexpugnable, al mismo tiempo que le cercena la yugular a cualquier enemigo que se interponga en el campo de batalla.
Muy poco se dirige Vortex al público entre canción y canción, mientras su pose en vivo parece bastar para recordarle al mundo el orgullo de su tierra natal. Y una tonelada de relatos sobre el Cosmos y la trascendencia espiritual sale de su garganta mientras ‘Ruins of the Future’, ‘Dawn of the End’ y ‘Ad Noctum’ retratan tanto la bravura de todo un pueblo como el misticismo que hace de la cultura nórdica un universo fascinante en estas latitudes. Por otro lado, ‘Ocean Rise’ nos lleva de regreso a los ’90s, los días en que ‘The Archaic Curse’ circulaba en el underground como una placa distinta en todo sentido al Black Metal de Darkthrone y Mayhem. Cuánto buen gusto y potencia hermanados en una idea que se mantiene fiel al legado ancestral de una tierra legendaria.
Y ya que hablábamos de una presentación especial, un par de capítulos que para el metalero sub-40, aquel que en 1996 se topó con esta música prodigiosa en su adolescencia y terminó rendido ante la bestia imponente del Polo Norte. Primero vamos con ‘Universal’, una que no venían tocando en la gira actual y que acá arrasó con toda expectativa. Sin duda, un deleite para los fans de la vieja escuela -o así lo llamamos quienes éramos quinceañeros en esos tiempos pre-Internet. Y quizás la más celebrada por toda una generación, la más purista y cruda ‘Dauden’, de su lejano pero querido debut homónimo (1996). Un regalo más que bienvenido por quienes gustan de explorar las raíces de una banda que priorizó desde sus años formativos el talento y la expresión por sobre el recurso. Y Borknagar tiene todo eso que uno celebra y defiende a muerte en estos días de producción moderna y actualización, como lo es el manifiesto de una tierra indómita.
El remate con ‘Winter Thrice’, ya es una tradición a la usanza de Opeth en ‘Deliverance’. Es la declaración final de un nombre que mira hacia adelante y rescata lo más selecto de su pasado para empaparlo en los códigos de nuestra era. Aludiendo al título en sí, Borknagar le da al invierno una bruma tres veces más implacable que lo que uno pronostica desde el estudio. Y las voces que surgen de la montaña disipan toda duda al respecto. Por ahí al final del concierto, un niño en andas de un adulto -probablemente sea su padre-, recibe del propio Vortex el papel con el repertorio. Como ese niño, seguramente un futuro guerrero del Metal, nos sentimos al recibir directamente de los héroes las rimas de la montaña ardiente.
Texto: Claudio Miranda
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