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No demoró nada el retorno de Ratos de Porão a suelo chileno. A solo semanas de liderar una devastadora jornada de Hardcore-Punk en el Arena Recoleta, era necesario un show mucho más íntimo, a la vieja usanza. Como lo vienen haciendo desde sus inicios en la década del ’80, cuando los referentes del estilo no pasaban de sus fronteras en USA y Gran Bretaña, y tanto Brasil como toda Sudamérica estaban sometidas bajo el yugo de las dictaduras militares. Es el contexto que vio a João Gordo y su pandilla unir fuerzas para hacer música combativa y generar ruido en el hemisferio sur pocos años antes de que Sepultura surgiera como revelación y protagonista en su estilo.
Con el más reciente LP titulado ‘Necropolitica’ (2022) bajo el brazo, los de São Paulo prometían un repertorio acorde a su chorro de suciedad y agresión que hasta hoy hace escuela. Son esos elementos que definen el Hardcore-Punk desde el impulso por gritarlo todo, a la vez que el uso del idioma nativo en vez del inglés le dio a Ratos una distinción que hasta hoy lo hace reconocible y obligatorio para quienes gustamos de la música marginal. Y quienes repletaron anoche el Club RBX sabemos muy bien de qué se trata el asunto. Y mucho más en un contexto de altas turbulencias a nivel de continente.
A eso de las 19 horas, el maldito Thrash Metal de Dekapited inundó el recinto con las toneladas de odio que genera su estilo durante más de 15 años en la ruta. ‘Nacidos del Odio’, ‘Muerte’, ‘Contra Iglesia y Estado’, ‘Policía Bastarda’ y ‘Sin Misericordia’, todas atacaron y destruyeron una a una como misiles sin dejar sobrevivientes. Incluso lidiando con algún bache técnico en la batería, lo que obligó a detener un par de minutos el show, se las arreglan para refregarte en la cara cómo se debe tocar está música en vivo, sin delicadeza que valga. Eso es Dekapited en su esencia, como nombre obligado para los fans del estilo a nivel local y sudamericano.
De ahí fue el turno de los fineses Where’s My Bible quienes venían a la región como ganadores del concurso ‘Come to Latin America. Un repertorio corto, pero intenso y rebosante en energía, con un espectáculo atractivo y muy bien proyectado. Desde el arranque con ‘Escape’ hasta el último disparo con ‘Nest’, pasando por ‘Void’, ‘Origin’ y el single ‘Fenrir’, hay una propuesta arraigada en el Folklore de Finlandia, siempre con un mensaje ecologista que va de la mano con la potencia de su estilo. Da gusto ver a Jussi Matilainen ganándose al público chileno a puro desplante y energía, incluso jugando con el público aprovechando algún espacio. Quizás extraño para quienes iban por el plato de fondo, pero llamativo al punto de generar el mosh cuando había que hacerlo. Misión cumplida, ahora habrá que pensar en el futuro, y ojalá con regresó pronto a Chile.
Pasadas las 21 horas, y con el patadón inicial de la mano de ‘Morrer’, la paliza de Ratos Del Porão ya es una realidad nuevamente. Nada de entradas pomposas ni prefacios de ningún tipo, como ya asumimos en la siguiente ‘Alerta Antifascista’ de su reciente opus ya mencionada. Un himno de corte inmediato, muy en plan de Napalm Death/Dead Kennedys que funciona y arrasa con todo a su paso.
‘Aglomeração’, ‘Amazônia nunca mais’ y ‘Farsa nacionalista’ no necesitan nada más que el propósito que mueve a João Gordo y su colega Jão en guitarra permanecer en la ruta haga lo suyo. Sólo la respuesta del público entregado a la centrífuga humana, nos habla de que esta nueva paliza lo vale. Así como ‘Igreja Universal’, con su puñete thrash a lo Sepultura circa 1987, nos recuerda la transversalidad con que Ratos tiene su lugar asegurado en los círculos punk y los ligados al metal. Como debiera ser cuando el enemigo es uno solo y hay una causa que no sabe de fronteras ni etiquetas.
Notable y emotivo el volver a los ’80 con los infaltables ‘Crucificados pelo sistema’ y ‘Descanse em paz’, ambas cantadas por los fans con puño en alto. Cómo va a ser de otra forma, sobretodo para quienes vivieron esos tiempos de música subterránea mientras los poderes fácticos en esos años proscribían esos ruidos molestos. Y con la voracidad de ‘Guerrear’ y ‘Expresso da escravidão’ en vivo, nos queda claro cuán incólume se mantiene el sentimiento de hermandad y consecuencia, incluso si entiendes lo básico del portugués.
Con el groove contagioso de ‘Aids, Pop, Repressão’ y el dramatismo de ‘Beber até morrer’, ambas del clásico álbum Brasil (1989), y de la forma en que Jão se luce en las guitarras al moverse entre el Hardcore-Punk y el Blues más fogoso, es una cátedra ver a João Gordo pararse sobre el escenario y dejar la vida como en sus veintes. Mientras, Boka en el bajo y el histórico baterista Junihno están ahí dándole al ritmo infeccioso con que Ratos escupe toda su potencia sin perder el hilo.
Son cuatro décadas de música combativa e hiriente, una forma de enfrentar al sistema que nos crucifica por pensar distinto. Ante la represión policial y la indolencia de la clase politica, la música agresiva surge como la única arma de expresión. En un mundo de esclavos, Ratos de Porão la tiene clara y tanto en Brasil como en Chile sabemos cuán vigente están. Y por las mismas razones.
Texto: Claudio Miranda
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