La espera fue larga y lo asumimos por razones tanto conocidas como otras inesperadas en su momento. ‘Sonder’ (2018), la producción más reciente de Tesseract, marca la forma suprema de una geometría musical que terminó por consolidar a los de Milton Keynes como fuerza imperial de la camada progresiva última década. Y no tenemos empacho en afirmar que, a pesar de las postergaciones y los cinco años transcurridos desde la publicación de dicho álbum, el debut en suelo chileno los pilló precisamente en un momento clave y estamos conscientes de aquello. No solamente por la espera, sino por el tremendo éxito de su propuesta, pues donde muchos fallan o terminan saturando el recurso de manera innecesaria, Tesseract le da al asunto una estampa certera, con el concepto y la música yendo de la mano y disponiendo sus facultades siempre a lo que importa y, lo sabemos, derivó en un show a tablero vuelto.
Es tan arrollador el impacto de Tesseract durante la última década, que los locales Desire Of Pain, comandados por el guitarrista y cantante Sebastián Silva, declaran su admiración a los británicos como influencia primaria. O mejor dicho, hay una conexión inicial de ideas como lo notamos en el arranque con ‘Whisper of Death’, de su LP debut titulado Fragments of a Crystalized Absence (2010), editado el mismo año en que los anfitriones hacían lo propio con ‘Concealing Fate’. Death Metal desde la raíz, con la orientación sonora hacia lugares poco o nada explorados, donde la bestia y la tiniebla le brindan buenos espacios a la belleza y la luz cuando lo amerita, como también podemos apreciar en ‘Ascension’, catarsis pura que funciona en el estudio y en vivo termina por echar fuego, con la batería de Pablo Bravo taladrando hasta la muralla de desconfianza más sólida. Y en vivo, tiene todo eso que habla de una agrupación con su propio distintivo a nivel local y sudamericano.
Así como los clásicos tienen su lugar en el repertorio, también lo hay para la novedad y el adelanto. Tanto la inédita ‘Memorias Olvidadas’ como el single ‘Semper’, nos dan una idea de lo que se vendrá en su próximo lanzamiento con nombre ‘De fantasmas, amor y muerte…’, y en el directo resultan notables por la contundente mezcla de matices con que Desire Of Pain se ha hecho un nombre de altura en el circuito local. Y es que la guitarra de Ricardo Burgos, no solo se complementa a la perfección con Sebastián Silva, sino que te rebana el cuello cuando toma el mando de avanzada. Mientras que ‘Semper’, gracias a su exquisita mezcla de shoegaze, industrial y metal extremo, obtiene la recepción merecida para dónde están y a dónde van. Y cerrando una presentación corta en tiempo e inmensa en categoría, ‘Vertigo’ se erige hasta el final como una declaración de principios en toda regla, con el saxo de Franco Ortiz como la última llave para abrir el vórtice hacia el cual Desire Of Pain anhela (y logra) explorar sin miedo a nada.
21 horas en punto, y con el Club Chocolate a toda capacidad, el ‘¡vamos!’ con la suite ‘Of Matter’ -del excelente ‘Altered State’ (2013), se vuelve en el sueño hecho realidad, después de una espera eterna. Capitaneados por el guitarrista y fundador Acle Kahney, conmueve de inmediato la calidad de una agrupación que se encuentra al tope de sus facultades. En especial Daniel Tompkins, cuyo caudal vocal y desplante escénico hablan de él como un veterano que se adueña del escenario y, a la vez, un elemento vital en el ensamblaje algebraico de Tesseract.
No es casualidad que las tres partes de ‘Of Matter’ sean las encargadas de iniciar el espectáculo, por la forma en que nos sumergen en el viaje al corazón de Tesseract. La urgencia de ‘Proxy’, la elegancia de ‘Restrospect’ y la pureza de ‘Resist’, todos factores que para el amante más devoto del prog moderno resultan tanto fundamentales como bienvenidos como un impulso natural. Notable sobretodo el coro de ‘Resist’, con puño en alto y envolvente como un mantra para estos tiempos de incertidumbre global.
Tras el primer saludo de los británicos, Daniel Tompkins tiene razón cuando nos dice que ‘lo hacemos sonreír’. Sobretodo si viene de un álbum rompedor como ‘Sonder’, porque esa es la intención de ‘Smile’, una que está hecha para ganarse un lugar en el repertorio en vivo y nos permite distinguir las virtudes de un conjunto que no sabe de prejuicios ni etiquetas en su estilo. Impresionante la energía con que Acle Kahney, su compañero de guitarra James Monteith y el bajista Amos Williams dejan la vida y respiran cada nota, cada riff, y con una genuinidad tan descomunal como la experticia técnica de cada uno de ellos. De la misma forma en que Jay Postones emula fluidamente la diversión que Mike Portnoy le daba a Dream Theater en el directo. El tipo lo pasa bien manejando los tiempos con sus aporreos quirúrgicos, y el público lo nota de manera inmediata, bañándonos en litros de emoción como ocurre en ‘The Arrow’. Es la magia de las buenas canciones, y Tesseract las lleva al repertorio sabiendo que su efecto será inmediato.
El momento glorioso para los hardcore-fans de Tesseract, llegaría con la ejecución de ‘Concealing Fate’ por completo. El EP debut, el estreno en sociedad llevado al repertorio como un regalo a sus seguidores desde el inicio. Prog metal en toda su forma, con Tompkins adaptando sus cualidades vocales a la escuela de Meshuggah, con sus gustos melódicos haciéndose un espacio en el momento oportuno cuando se trata de enganchar al oyente. Se hacen insuficientes las palabras ante tamaño despliegue de clase, donde las guitarras de Kahney y Monteith brindan los espacios necesarios para respirar en medio de su propia limpieza, así como Amos Williamste da una cátedra de presencia y profundidad en las bajas frecuencias mientras su puesta en escena derrocha intensidad y movimiento. Ahí radica en gran parte el encanto de Tesseract, en cómo el buen gusto y la energía en vivo ayudan a conformar un sello al que nadie puede permanecer ajeno. Y es cosa de tasar al público en cancha formando un moshpit o saltando en masa como un mar de gente. O ambas porque lo que provoca Tesseract en vivo es tan inexplicable como liberador.
Si la instrumental ‘April’ gráfica la grandeza de los ingleses como músicos competentes y con la autoexigencia hasta el sudor, la siguiente ‘Natural Disaster’ nos lleva hacia el futuro inmediato, no muy distinto al esplendor del presente y manifestando su ambición artística en un paso más allá, como la propia banda lo dejó en claro en una entrevista a comienzos de año. Es ahí donde la firmeza de Tesseract a sus principios resulta clave, y más aún en el directo. A la antigua, sorprendiendo y adelantándose a cualquier prejuicio o idea preconcebida por los demás.
La brisa del presente que le dio ‘Sonder’ al quinteto inglés, se respira tanto en la necesidad de ‘King’ como en los surcos siderales de ‘Juno’. Cabe destacar que a pesar de lo que se demoró en concretar la visita de Tesseract a nuestro país, también hay algo especial en lo que respecta a la recepción de los fans; el tiempo de cocción y digestión con que ambos singles se ganaron el rótulo de ‘clásico’, donde la espera pudo ser interminable y derivó en una descarga emocional que explica, tanto la devoción en estos rumbos como el hecho de agendar dos fechas (el único país al menos en la gira sudamericana). En esa misma categoría encaja ‘Nocturne’, la parte 1 de la suite ‘Of Mind’, a su vez original del imperial ‘Altered State’, la placa que le valió a Tesseract hace 10 años un culto cada vez más extenso y poderoso entre los amantes del progresivo moderno.
Puede sonar redundante referirnos al desempeño de Daniel Tompkins, es grato para los fans del estilo el poder ser testigos de la pachorra con que el tipo se mueve (literalmente) en todos los estilos convencionales de la música popular para llevar su propia firma vocal al viaje fantástico de Tesseract. Y el cierre con ‘Dystopia’ lo reafirma, donde el pop intrépido y el metal abrasivo se encuentran para dejar satisfechos hasta al más sediento de estas propuestas sin límite. Si los hicimos sonreír como él nos la tira en el amanecer del espectáculo, es porque el destino así lo quiso, contra viento y marea. Si el destino nos sonríe, es porque un nuevo romance entre el metal europeo y el público chileno se ha dado por iniciado. Tesseract nos ha flechado con su personalidad geométrica, y resistirse no es opción.
Texto: Claudio Miranda