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Allá por 1977, un periodista le preguntó a Iggy Pop cómo le gustaría que el público se comportara en uno de sus conciertos. Teniendo en cuenta que es conocido por el sobrenombre de ‘El padrino del punk‘, ¿tienes en mente una posible respuesta de Pop? Antes de compartir contigo la respuesta que ofreció Iggy, debo reconocer que he sido un poco capcioso al recordarte su apodo. Quizás, sin querer, he condicionado una posible respuesta; porque, en realidad, lo que respondió Iggy fue de lo más alejado a lo que podría considerarse un público punk: “Me encantaría que alguna vez, el público se tumbara en el suelo, no aplaudieran ni me prestaran ninguna atención. Quiero decir, que seguro que eres consciente de la cantidad de espectáculos que hay por ahí, basados en el postureo y la falsedad“. Puede sonar confuso o abstracto, pero en este punto podríamos recordar que Iggy Pop es un maestro del caos. Un artista que responde así de su propio trabajo: “Lo que a tus oídos puede parecer un montón de ruido molesto es, en realidad, la maravillosa música de un genio… Yo mismo. Y esa música es tan poderosa, y está tan fuera de mi control, que cuando estoy en sintonía con ella no siento dolor ni placer“.
A estas alturas, me atrevería a decir que Iggy Pop es más una experiencia que algo que se pueda agarrar desde la lógica. Aunque también es cierto que puede haber cierta lógica en la forma en la que se expresaba sobre el escenario (al menos en sus comienzos). Por ejemplo, el hecho de que vomitara durante una actuación puede dar la impresión de ser un acto de caos, de indiferencia social a las buenas maneras o, tal vez, de ser el ejemplo en directo de los excesos. Sin embargo, en palabras del propio Iggy: “Una mañana me encontraba algo enfermo y con ganas de vomitar. Pensé: ‘Bueno, ya que quiero vomitar, hagámoslo con estilo’. Y vomité durante un concierto“.
Iggy Pop comenzó en la música como baterista. Lo hizo en bandas como The Iguanas. Incluso, más adelante, le enseñó a tocar la batería a su compañero en The Stooges, Scott Asheton. Sin embargo, su puesto sobre el escenario estaba al frente de un micrófono. Mucha de la actitud de cantante, y su forma de desenvolverse sobre el escenario, la integró del estilo de su gran amigo David Bowie. Jim Morrison (The Doors) también fue una gran inspiración para Iggy. Y las historias de ambos están conectadas por varios puntos: no solo se inspiró en el habilidad de Morrison para generar cierto caos entre el público durante sus actuaciones en vivo sino que, también, fue invitado a formar parte de The Doors cuando Jim falleció.
Hasta ahora, hemos fijado nuestra atención en Iggy Pop. Es momento de conocer un poco más a James Newell Osterberg Jr., su nombre de nacimiento. Su mujer, Nina Alu, le dijo en una ocasión que no podría vivir con Iggy Pop, pero sí con James Osterberg. ¿Hay tanta diferencia entre ambos? Así responde Pop a esta cuestión: “Deberíamos ser personas diferentes (risas)” Independientemente de dónde comience la persona y dónde lo haga el personaje, Iggy es mucho más de lo que hemos compartido hasta ahora (lógicamente). Es un tipo que disfruta mucho de la pintura, tanto practicando y exponiendo, como contemplando piezas: “Prefiero pasar horas contemplando un cuadro, o cualquier pieza de arte, que ver la televisión o basura similar“.
Su padre, James Osterberg, un profesor de lengua inglesa no aprobó que su hijo se volcara en la música. Iggy recuerda como en el final de sus días, su padre le dijo algo que no olvidará jamás: “Mi padre me agarró de la mano y me dijo: ‘Hijo, has cumplido tu sueño’. Era un gran hombre, y me conmovió su generosidad, porque su visión para mi era más limitada que la que tenía para mí mismo. También me dijo que tenía razón sobre la guerra de Vietnam (risas)“. Esta semana celebramos los 75 años de un pionero.