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Con una propuesta que va más allá de la agresividad sonora, la banda Deadlands regresa con SEVEN, un EP que no solo marca un nuevo capítulo en su evolución musical, sino que se convierte en un manifiesto conceptual sobre los rincones más oscuros del alma humana.
A lo largo de siete temas, el grupo construye un universo donde los pecados capitales —esa lista eterna de vicios que atraviesan culturas, religiones y generaciones— toman forma a través de un metalcore visceral, denso y emocionalmente cargado.
Pero esto no es solo un ejercicio estilístico. Es una obra que confronta. Cada canción encarna una faceta de la decadencia humana, y en lugar de señalar hacia afuera, Deadlands dirige el reflector hacia el interior, obligando a cada oyente a enfrentarse con sus propias grietas morales.
“El objetivo es sostenernos un espejo y deconstruir aquello que engendra el mal en el alma”, explica Kasey Karlsen, vocalista de la banda. Y lo logran con crudeza. SEVEN es un EP incómodo, necesario, afilado como una daga que no solo corta, sino que también expone.
El track Wither, se convierte en el corazón de esta experiencia. Es un tema sombrío, introspectivo, que no grita para ser escuchado, sino que se arrastra como una sombra silenciosa que te alcanza incluso en la quietud. Marchitarse (wither) no es solo el título, es la sensación que deja el track al desintegrarse en un cierre casi agónico, donde la voz se funde con la desesperación.
Con este lanzamiento, Deadlands reafirma su capacidad para traspasar los límites del género, convirtiendo al metalcore en una plataforma de expresión existencial. SEVEN no redime, no ofrece respuestas ni alivio. Solo plantea preguntas difíciles con la fuerza de un riff bien dirigido y una lírica que arde como confesión.
Más que un EP, SEVEN es una advertencia. Y también, una invitación a mirar al abismo… sabiendo que, esta vez, el abismo sí va a responder.
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