Las mejores noticias sólo en HEADBANGERLA
Cuando una voz comienza a apagarse, por una enfermedad terminal, duele y APESTA. La enfermedad ha tomado el control del sonido, como si hubiera saboteado la consola central. Las cuerdas que antes vibraban con fuerza ahora desafinan con el peso del dolor. La maquinaria se oxida, el cuerpo se vuelve un instrumento que ya no responde al compás de siempre.
Hay voces que no solo se escuchan, se sienten. Voces que no mueren, solo hacen una pausa eterna. La de Xava Drago es una de ellas.
Como una guitarra que se resiste a desafinar, como un último acorde que quiere extenderse antes de desvanecerse, Xava “el alma vocal de Coda” ha compartido con el mundo que su canción entra en su coda final. A sus 56 años, el cáncer de estómago ha marcado un compás que ya no tiene retorno. El tratamiento ya no puede seguir tocando su partitura, y la vida, como un viejo vinilo, empieza a girar más lento.
“Quiero agradecer a todos los que han donado y siguen donando, desafortunadamente los tratamientos no funcionaron y mis doctores ya no pueden hacer nada por mí, solo me queda agradecer de corazón a mi padre; mis hermanas, que han sido unos ángeles; mis sobrinos; a mis amadas Ela, Nicole y Sofia; a todos los Staff y Crew que trabajaron conmigo alguna vez; managers y promotores; a todos mis compañeros artistas, por tanta buena onda”.
Xava no se va en silencio. Ha decidido enfrentar su última estrofa con aceptación y gratitud. A través de un mensaje cargado de emoción, el vocalista agradeció a sus fans, compañeros de ruta y a la vida misma por cada escenario, cada nota y cada aplauso. Su voz, que alguna vez estremeció foros, estadios y corazones, hoy se convierte en un susurro que el viento del rock llevará para siempre.
Su cuerpo puede estar bajando el volumen, pero su legado sigue tocando fuerte en nuestras memorias. Porque Xava no fue solo un intérprete, fue un canal, una frecuencia viva que convirtió emociones en armonía.
Cada artista tiene su tiempo en el escenario. Algunos entran y salen sin dejar huella. Otros, como él, se vuelven parte del soundtrack de nuestras vidas. La canción de Xava Drago no termina; solo cambia de frecuencia. Ahora pertenece al aire, al recuerdo… al universo.
Y cuando el telón finalmente caiga, no habrá silencio, sino un aplauso eterno, como ese último redoble de batería que anuncia que, aunque la canción terminó, su espíritu sigue vibrando en el corazón del rock mexicano.
About Author