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Como nombre de extenso recorrido en el metal chileno, la última década ha visto un renacer en la carrera de Saken. Cultores de un metal con marcada inclinación hacia el death metal como ellos se definen, el combo liderado por Carlos Quezada ha transitado por un camino pedregoso desde sus inicios en 1994, bordeando las tres décadas en la carretera como parte de la camada de nóveles bandas en los tiempos de la Sala Lautaro. De ahí el culto reducido pero entusiasta en una minoría que respondió de inmediato a la convocatoria en el tradicional MiBar, hoy un reducto obligatorio donde el metal chileno remece las noches capitalinas.
Son 30 años de una agrupación que se hizo un espacio en los ‘90s con su primer largo titulado ‘Hell Within’ (1997) y volvió a la brecha en la década anterior con ‘Dense ‘N’ Thick’ (2015). De lo más reciente, su EP titulado SKN C1-90 revela el presente de una agrupación que no tiene empacho en volver a sus orígenes para manifestar su momento actual. Por ende, y contando la seguidilla de eventos internacionales que han contado como acto de apertura (Megadeth, Opeth, Ratos De Porao), el tándem Quezada-Font-Velázquez-Bravo tiene algo que ofrecer y no se guarda nada.
Para la quincena de años que ronda Diametral, la presencia de ‘Humandroides’ y ‘Maldita Ambición’, ambas de su EP debut ‘Mentes Opuestas’ (2014) ratifica la excelente forma de una agrupación que entiende y aplica los valores del metal extremo con una musicalidad a la altura de la actitud. A lo más, el único pero sería el sonido del bajo enterrando a ratos las guitarras, lo que poco y nada empaña la efectividad de una paliza siempre necesaria.
Poco después, ya pasadas apenas las 22 horas (entre medio, hubo un sorteo de entradas a algunos de los próximos eventos internacionales de este año), el arranque con ‘Ego (Flying High)’ nos muestra a Saken en su forma definitiva en vivo. Un Carlos Quezada rutilante en su rol de frontman y dejando la vida a base de los ladridos más feroces y crudos del metal a nivel local, como nos lo hace sentir en la siguiente ‘MDFK’, otro de los cortes indispensables de ‘Dense ‘N’ Thick’ y con el cual Saken deja en claro que no hay nada que guardarse.
Viajar al pasado no necesariamente tiene que ver con la nostalgia, sino con mirar hacia adelante mediante la retrospectiva. Por ende, bienvenida la presencia de ‘Fear of Death’ la primera canción escrita y grabada por Saken, donde el guitarrista Álvaro Font, pese a su llegada muchos años después, le da su toque personal a una joya de culto en el metal chileno.
Del primigenio ‘Zyklon-B’ hasta ‘White Hell’ (dedicada al querido Christian Castro de Squad, quien partió del mundo material hace un par de semanas), hay como 20 años de distancia que se hacen nada con tamaña energía en el directo. De la misma forma en que ‘Fuck N Roll’ invita al baile y al desenfreno con solo presentarla, o el mismo que genera ‘Pieces’ y su Death-Thrash a la usanza antigua. De lo que se jacta Saken cómo y cuando sea.
El remate con la inmortal ‘Corazones’ de Los Prisioneros, y en palabras de sus intérpretes (además de la “dedicatoria” de Quezada a cierto movimiento social), entabla un nexo invisible en la etiqueta pero destellante en su efecto. Y es cosa de tasar el coro cantado por el público con puño en alto, un resumen de lo que significa Saken para quienes creemos en la categoría del metal chileno. Sin duda, cuando el infierno se repleta de corazones rojos y densos de ira, las piezas encajan con la dureza que requiere y da el largo viaje desde los tiempos irrepetibles.
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